López, corresponsal. El Sol de Morelia...
Su operación haría costeable la producción de alimentos a gran escala.
CHILCHOTA, Michoacán. Este municipio cuenta con grandes extensiones de cultivo, en las que por desgracia se siguen utilizando fertilizantes sintéticos que dañan el suelo. El ingeniero Luis Manuel Bautista Herrera, que es de esta localidad, propone como nueva fuente de fertilizante a la lombricultura.
El hombre no se ha dado, o no quiere darse cuenta, de que el camino que está siguiendo lo lleva a la destrucción del medio que lo rodea, que los recursos energéticos no renovables de los que dispone se van agotando y, que los sistemas que enmarcan su vida destruyen el planeta día a día en forma inmisericorde.
La lucha del hombre contra la erosión del suelo es tan antigua como la agricultura misma. Testimonio de sus esfuerzos para adaptarse el mismo a la tierra están escritos en todos los parajes alrededor del mundo y en países arruinados, gente que se muere de hambre, nos demuestra que el fracaso en el cuidado adecuado de este gran recurso que son nuestros suelos. (Stallings J. H. 1962).
En la naturaleza hemos encontrado la respuesta a muchos problemas de contaminación ambiental, y es justamente allí donde nace la lombricultura como una respuesta simple, racional y económica a dicho problema. Hoy en día la lombricultura es una biotecnología que utiliza a una especie de lombriz doméstica como una herramienta de trabajo; recicla todo tipo de materia orgánica, y obtiene como fruto de este trabajo al humus, un fertilizante de primer orden, que son las excretas de la lombriz.
Las lombrices rojas californianas (Eisenia foetida) fueron criadas intensamente a partir de los años 50 en California. Esta especie es originaria de Eurasia y, en alguna literatura no científica se le denominó "rojo híbrido", lo que ha dado lugar a no pocas confusiones ya que no se trata de un híbrido, sino de una lombriz que al igual que el resto de sus parientes es el resultado de la selección natural, siendo la especie más cultivada en el mundo entero. (Arbona, 1999).
Hasta la actualidad se conocen entre 6 y 7 mil especies diferentes de lombrices, siendo la más conocida la Lombricus terrestris (lombriz de tierra); ésta vive exclusivamente en la tierra y se alimenta de las materias orgánicas presentes en el suelo. En estado adulto llega a medir de 9 a 30 cm de largo. Su apareamiento se produce generalmente cuando se asoman a comer a la superficie. (Leyva Galán y Ángel, 1993).
Se conoce a la lombricultura como la actividad que recicla desechos orgánicos, produciendo un abono natural y, carne rica en proteína animal, utilizando para ello lombrices especiales adaptadas para vivir en condiciones de alta densidad y en cautiverio.
La lombricultura, como se le conoce a la producción de lombrices de tierra en cautiverio, permite obtener un fertilizante de tipo orgánico, o vermiabono, con altos niveles de humificación y mineralización que permiten la recuperación de los suelos erosionados, al retener los nutrientes minerales tales como calcio, magnesio o potasio.
Esta capacidad de retención ayuda a que la planta absorba más rápido los nutrientes, evitando su pérdida por filtración al suelo, lo que a su vez impide la contaminación de los mantos freáticos, por ser un producto 100 por ciento natural.
Los expertos señalan que, para que los estiércoles sean un abono inocuo deben pasar por un proceso de descomposición o compostaje.